Chicharroncitos
Esta mañana me acerqué al supermercado para hacer mis compras habituales. Ahora con la pandemia es el único lugar que visito con frecuencia. A veces pienso que ya formo parte del inventario. Casi a diario estoy ahí y ya, la mayoría de sus trabajadores me conocen. Me acerqué a la carnicería cuando vi que el carnicero acomodaba los cortes de panceta que había hecho para exhibirlos en el mostrador. Desde mi lugar me pude percatar que todavía le quedaba un pedazo pequeño por cortar. Rápidamente por mi mente pasaron pequeños trozos de chicharroncito, ideales para unos taquitos con su aguacate y una salsita.
Antes de que su afilado cuchillo pudiera partir en varias porciones la carne le dije: ¡Alto! eso es mío y lo quiero tal cual está por favor. Todo eso en un griego mocho pero entendible, así que sonrió y me preguntó ¿Estás segura que lo quieres así sin cortar? ¡Por supuesto! ya me encargaría yo de cortarlo a mi gusto. De regreso a casa, pensaba en lo feliz que se pondría Yannis cuando le enseñara lo que había encontrado. Era como una especie de sentimiento cavernícola, como aquel que vuelve feliz con su presa para comerla ese día.
¡Manos a la obra! Saqué del refri la manteca que hago y reservo para cuando sea necesario, la vacié en la olla exprés y puse el fuego muy bajo para que se fuera derritiendo mientras cortaba la carne.
Empecé hacer cortes cuadriculados, los cuales fui colocando en la olla. Esperé unos 10 minutos para que la temperatura de la manteca subiera. Después en un vaso pequeño, serví un poco de agua, casi nada, ahí disolví la sal que a mi gusto fuera necesaria. Lo dejé unos minutos mas y coloqué la tapa de la olla sin cerrarla, solo sobrepuesta.
Con el fuego muy bajo, empecé a checarla cada diez minutos. Abría la tapa, meneaba y volvía a cerrar. Poco a poco la carne empezó a tomar un color dorado. Pasaron alrededor de 30 minutos, saqué la carne y la partí en trozos más pequeños y de nueva cuenta, a la olla. Ya solo era cuestión de que se doraran un poco y quedarían listos.
Ahora si, pa’ fuera y esperar a que enfriaran para clavarles el diente. Antes de que pudiera preparar la salsa y el guacamole, Yannis y yo habíamos terminado con la mitad de ellos. ¡Qué pena! Ni alcanzamos a tomar la foto del recuerdo.
En nuestro México, hay bastantes maneras de preparar estos deliciosos chicharroncitos. ¿Cómo los preparas tú?