Ofrendas de Día de Muertos
Poner ofrendas el día de muertos en su honor es una tradición que vemos en casi todas las casas de amigos y familiares a finales de Octubre, acercándose la fecha de la celebración. Sobre una mesa colocada en alguna habitación de la casa, usualmente una con acceso a los visitantes, se arma el altar que en su forma óptima consiste de siete pisos pero que la mayoría de veces, suele ser de solo dos o tres, representando el cielo, la tierra y también, el inframundo que dio su lugar al purgatorio, mezclando el catolicismo de los conquistadores con las creencias de las culturas indígenas.
Los más elaborados de siete pisos son una representación de los niveles por los cuales tiene que pasar el alma para que llegue a descansar su espíritu. Para los otomís, los escalones del altar simulan los siete pecados capitales mientras que para los aztecas, se asocian con los siete destinos distintos donde se creía que iba el alma según el tipo de muerte que sufría cada persona.
La cosmogonía indígena y los altares
Los aztecas creían que al igual que en la vida, al morir alguien, tenía que pasar por ocho niveles o dimensiones para llegar a Mictlán donde en el noveno nivel, los esperaba el dios Mictlantecuhtli y su esposa Mictecacihuatl. Como en la antigua Grecia donde las almas eran acompañadas por el dios Hermes a Hades, el inframundo griego, Xólotl era el dios encargado de esta tarea para los aztecas.
Los altares de hoy son una conglomeración de las culturas de Mesoamérica y mayormente las de México, con la de los Españoles. En lugar de desaparecerse las costumbres antiguas de los pueblos indígenas, las creencias religiosas de los europeos se incorporaron con las de ellos. Se acostumbra poner ofrendas en casa, en la tumba del muerto y también, en las iglesias que son los tres lugares con los que ha tenido contacto el difunto en vida y muerte.
Las ofrendas se conforman de frutas de temporada, bebidas y comidas preferidas del muerto, imágenes de santos y fotos del muerto, velas y veladoras, flores de cempasúchil, crucifijos, copal y por supuesto, pan de muerto. Este último en combinación con los guisados que se preparan y las frutas, se pone con el objetivo de calmar el hambre del fallecido mientras que las bebidas, para saciar su sed.
Las velas se colocan según la edad del celebrado, chicas para los jóvenes, más grandes para los adultos. Se encargan de alumbrar el camino de regreso a su hogar de vida para que no se pierda en la oscuridad. También, la imagen actúa como guía y protección y junta con la cruz, simboliza la solicitud del finado para regresar a casa.
El cempasuchil que representa la presencia de la muerte en la vida, se arregla como un tapete para enseñarle al difunto el camino desde la puerta hasta la ofrenda. El humo del copal es la parte espiritual de la ofrenda, el lado religioso. Es la ruta por la cual tiene que viajar el alma del fallecido.
A los niños que no se bautizaron antes de su muerte se les ofrece sal para salvar su alma. Toman un vaso de leche al llegar a la ofrenda después de su viaje y hay chocolate, dulces y piloncillo para complacerlos. Además, niños y adultos se celebran en otras fechas: el primero de Noviembre los chiquitos y el segundo, los mayores.
La composición de las ofrendas
Las ofrendas se componen de varios elementos que se vinculan con las almas que regresan a casa de visita. Algunos son más esenciales que otros y están omnipresentes en casi todas las regiones de la república, mientras que otros son más diversos. Sea como sea, la idea detrás de su uso es prácticamente igual. Los componentes necesarios para una ofrenda son los siguientes.
Los aromas
El olor simboliza la purificación del alma y se consigue poniendo hierbas y especias como tomillo, romero, manzanilla, mejorana y laurel. Se colocan en una olla de agua hirviente que se tapa por un trozo de copal perforado. Los aromas de las especies pasan por las perforaciones del copal y guía a las almas a sus hogares de vida. En muchas de las culturas de Mesoámerica solían utilizarse para atraer a la lluvia en tiempos de sequía, así como para “limpiar” o purificar las almas de los vivos. Aunque no se acostumbra utilizar incienso por ser considerado oriental, sus propiedades sirven para llegar al mismo resultado.
El papel picado
¡No puede haber celebración del día de muertos sin el papel picado que representa el viento que se consideraba maleado! El papel, siendo invento asiático, no se conocía por nuestros antepasados pero se solía utilizar el amate que es una fibra de corteza de árboles. Se le pintaban deidades y se confeccionaba vestimenta, teñida de colores disponibles en aquel entonces. La influencia española hizo aparecer papeles de diferentes tipos, colores y patrones. Los colores amarillo y morado, representan la dualidad entre la vida y la muerte.
El arco
El arco que suele colocarse en el piso superior de la ofrenda se compone de palmilla, carrizo o flores de cempasuchil. Simboliza la entrada a Mictlán, el octavo nivel del viaje de las almas.
El agua
Aunque el agua tiene muchos significados, el principal es ofrecerle al muerto un vaso del líquido vital para calmar su sed, causada por su viaje largo. Para los mayas, los cenotes eran portales al inframundo y no es inusual ver una vajilla con agua puesta en el altar que los simboliza.
La tierra
La tierra se representa con semillas de maíz y cacao con las que se forman dibujos en el piso. También, se utilizan frutos, especias y otros vínculos a la naturaleza. Hoy en día, es común utilizar aserrín colorido. La mezcla del cristianismo con las costumbres indígenas ha agregado la ideología de “Polvo eres, y en polvo te convertirás” a la representación.
Las flores
Como en las tradiciones cristianas, también en las de los pueblos indígenas, es muy acostumbrado el uso de las flores en entierros y ritos de muerte. El cempasuchil, el amaranto y la nube son las que más se utilizan para el adorno de los altares.
La comida
No hay festejo sin comida y por supuesto, no podría faltar en la celebración de los muertos. Se les ofrecen sus platillos favoritos que en la cultura mexicana son mole, tamales, pozole y otras delicias tradicionales. Se complementan con frutos de temporada como calabazas, tejocotes, naranjas y por supuesto maíz, que no podría faltar. Otro alimento esencial es el pan que en este caso es el de muerto que ha llegado a reponer el pan de maíz que se acostumbraba en la época prehispánica.
Las bebidas
Aunque cualquier bebida que era del agrado del difunto puede incluirse en la ofrenda, es usual ver bebidas alcohólicas como tequila, mezcal, pulque e incluso cerveza. No faltan las aguas frescas y en nuestros tiempos modernos, los refrescos que tanto se toman en nuestro país. Como arriba se menciona, a los niños muertos les espera un delicioso vaso de leche para aliviar su sed.
Las calaveras
Las calaveras de azúcar o de chocolate, probablemente tengan su procedencia del “tzopantli” que era una hilera de craneos de guerreros sacrificados puestos en un palo. Son una burla hacia la muerte y se les suele escribir en su frente el nombre de algún ser vivo.
Un personaje que no falta el día de muertos es la famosa Catrina que nada tiene que ver con nuestros ancestros indígenas sino que data desde la época porfiriana, creada por José Guadalupe Posada. Aunque la Catrina se relaciona con esta fiesta y se conoce como una representación de burla a la muerte, su verdadera procedencia es de sarcasmo hacia las mujeres refinadas de la sociedad alta de los años de Porfirio Díaz que escondían su origen mexicano, reemplazándolo con el chauvinismo europeo.
Los objetos personales
Es común colocar ropa y objetos del oficio o trabajo de difunto en la ofrenda. Se le toca música y no es inusual ver mariachis con sus instrumentos, cantando sus canciones favoritas sobre la tumba. A los niños, se les arma una verdadera fiesta infantil con un panteón lleno de globos y juguetes.
Los objetos cristianos
Los españoles dejaron su legado a esta fiesta de raíces indígenas, agregando cruces, imágenes, cromos y esculturas del santo del difunto para ayudarlo salir del purgatorio, si es ahí donde se encuentra su alma. Además, por la misma razón, se coloca una cruz de cenizas y una de sal como medio de purificación. No es raro ver rosarios de limas y tejocotes colgados en el último nivel del altar.
Los demás objetos
Se puede observar una escultura del pero de raza Xoloitzcuintle y de color bermejo, colocada en el altar que representa al dios Xólotl, la guía y acompañante de almas en su viaje hacia el inframundo. Se cree que ayuda a que las almas crucen el río en Itzcuintlan, el lugar de los perros que es el primer nivel para llegar a Mictlán. Por la misma razón, se acostumbra dejarle al muerto un par de huaraches. En alguno de los niveles es posible ver monedas de oro que nada tienen que ver con las tradiciones americanas sino que previenen de los antiguos griegos que solían colocar unas monedas en las tumbas de sus muertos para que las almas pudieran pagarle a Caronte para que los llevara al inframundo en su balsa.
El festejo
El día de muertos es un verdadero festejo de colores, olores, sonidos y alegría. Se celebra el regreso a casa de nuestros seres queridos que tanta falta nos han hecho. Son dos días de júbilo que se celebran en casa e iglesia, culminando con una reunión familiar en el camposanto. Se limpian las lápidas y se colocan ofrendas en todos los espacios por los cuales pasará el alma del muerto.
Su alma es bienvenida de vuelta en su hogar con todo honor y se le pide regresar el próximo año. Se le alimenta, se le canta y se le regala ropa nueva para su viaje de regreso al inframundo. Los difuntos se tratan con respeto ya que en fin, nadie sabe si no viajaremos a Mictlán antes de su regreso el año que viene. La próxima ofrenda de día de muertos podría ser para nosotros.
¿Hay formas distintas en que se celebra el día de muertos en el lugar de tu prosedencia? ¿Cuáles son los objetos con los que decoraste el altar de tu casa este año? Descríbenos tu ofrenda en el espacio de los comentarios.
Portada cortesía de RubeHM [CC BY-SA 4.0]