El Mole Verde de mi Cuñada Paty
Puedo decir que el mole verde es una de mis comidas favoritas, aunque cuando era pequeña, no recuerdo haberlo probado en casa. Tal vez, no era el preferido de todos y por esa razón mi madre no lo preparaba. Escarbando en mis recuerdos, el mole más rico que definitivamente he comido, es el de mi cuñada Paty. Paty siempre se ha dedicado a alimentar las almas de los otros. Le pone tanta dedicación a lo que hace. Revisa, prueba, sonríe y vuelve a menear la olla para que todo quede con un buen sazón, con su sazón.
La primera vez que fui a su casa fue con el pretexto de buscar a mi hermano que prácticamente ya vivía ahí. Llegué justo a la hora de la comida. ¿Casualidad? No lo sé. Yo prefiero pensarlo como un acta divina. Juro que no sabía que comerían a esa hora.
Me abrió la puerta una de sus hermanas y pregunté por mi hermano. La niña dio la vuelta y con una voz que no era la normal para una niña de su edad, gritó fuerte y firmemente: Patyyyyyyyyyy, ahí buscan a Román, creo que es su hermana.
Me quedé esperando fuera de casa a que alguien saliera y efectivamente, ahí estaba ella con su delantal azul de cuadritos, ofreciéndome una sonrisa para después invitarme a pasar a su casa. Con un poco de pena, me contó que mi hermano no estaba en ese momento. Que había tenido que salir por unas cosas y no tardaría en llegar.
¿Quieres agua?, me preguntó mientras se secaba las manos en el delantal. Con tanto calor que hacía, se antojaba una agüita fresca y la acepté con mucho gusto. Algo en la cocina olía maravillosamente y empecé a sentirme algo incómoda, como esas caricaturas donde el olor de algo delicioso se presenta en forma de mano y llega hasta la nariz, para de ahí jalarte a donde se encontraba el manjar.
De repente, me entró el incontrolable deseo de comer y mis tripillas chillaron, tanto que Paty tuvo que darse la vuelta para no reír. Me levanté para despedirme y dejarle el recado para mi hermano, sin embargo Paty con voz tímida me dijo: ¿quieres quedarte a comer con nosotros?
En la vida, uno tiene que tomar decisiones ante cuestionamientos muy difíciles, a veces. Pero esa, no era una de ellas. Al repetirlo dos veces, no me quedó de otra. Se me nubló la mente, olvidé el encargo de mi madre y acepté su invitación.
¡Manos a la obra! Había que ayudar a poner la mesa lo antes posible. La hermana de Paty me dio cinco manteles de plástico con grandes flores coloridas, con un pequeño fondo blanco, ideal para disimular cualquier cosa que llegara a caer del plato. En la mesa, ya estaba una jarra naranja que sudaba con el contenido tan frío del agua de limón. Unas servilletas de tela con grabados de tomates y chiles, resguardaban las tortillas calientitas para el momento de acompañar el mole.
Mientras poníamos la mesa, llegó mi hermano y por fin, también la hora de comer.¡Qué emoción!
La primera en recibir su plato fui yo. Ese fue el momento cuando me enamoré a primera vista del mole verde. Lo vi, recién salido de la cazuela de barro, humeante y perfumado, acompañado de una buena porción de frijoles refritos y un arroz blanco con verduritas que alegraban aún más el plato. Mi boca empezó a salivar y seguramente, mis pupilas se dilataron.
Compartir con ellos ese platillo mágico, me hacía sentir tan honrada por su invitación. La comida transcurrió con una amena plática, aunque mis respuestas se limitaban a un mmju, ajja y mmm ya que mantenía ocupada la boca y bien llena de mole. Paty me miraba de reojo, pensando si me gustaba o nada mas fingía para no hacerle el desaire. Con voz dulce me preguntó si quería un poco mas. Antes de poder contestar, mi hermano me lanzó la mirada asesina, la que sin equivocación se traduce en ¡ni se te ocurra!
Fue el momento que recordé del encargo de mi madre y lo molesta que estaría conmigo y con Román. Me levanté rápidamente para colocar mi plato en la cocina y salir corriendo. Agradecí a Paty por su rica comida y me alisté para enfilar rumbo a casa. “Ahhh, por cierto Román. Mi mamá me dijo que fueras a la casa a ayudarle y que no te tardarás.”
Desde aquel entonces, mi querida Paty cada vez que hacía mole verde o chicharrón en salsa verde, me invitaba a comer a su casa. Hasta que nos mudamos de ciudad y le tuve que pedir la receta, aunque confieso que jamás me quedó tan rico como el de ella. En mis visitas a la capital sabía y todavía sé, que siempre en su mesa tendré un plato de mole verde esperándome. ¡Gracias Paty y gracias Román por conocerla!
Mole verde desde cero
Ingredientes
1 1/2 kg de carne de cerdo o pollo, lo que prefieras
1 taza de pepitas verdes
1/4 taza de cacahuates sin sal
1/4 taza de ajonjolí
2 chiles jalapeños
1 chile poblano
6 tomatillos verdes
1 hoja de lechuga orejona
6 hojas de rábanos
1 pequeño manojo de espinacas
1/2 manojo pequeño de perejil
1 manojo de cilantro
1 cdta de orégano
1/2 cdta de comino
1/2 cdta de tomillo
1 cebolla grande
4 dientes de ajo
3 hojas de laurel
4 pimientas gordas
sal al gusto
1 cda de manteca de cerdo o aceite vegetal
Si no tienes ni chiles, ni tomatillos, puedes ocupar una lata o un frasco de mole verde.
Preparación
Se pone a cocer la carne de cerdo o de pollo, según tu elección, con la mitad de la cebolla, 2 dientes de ajo, las pimientas gordas y 1 hoja de laurel. Cuando esté lista la carne, la colamos y dejamos el caldo reservado para la preparación del mole.
En una sartén se tuestan por separado, las pepitas, los cacahuetes y el ajonjolí, teniendo mucho cuidado de que no se nos vayan a quemar. En un comal se tateman los tomatillos verdes, junto con el resto de la cebolla y del ajo y los chiles jalapeños. En otra sartén, se tatema el chile poblano para después quitarle la piel, desvenarlo y quitarle las semillas, preparándolo para el siguiente paso. Con el comal todavía caliente después de terminar con los tomatillos, se ponen todas las especias a tostarse ligeramente.
Se pone una olla a fuego bajo y vertemos las 2 cucharadas de manteca o aceite vegetal. Mientras se caliente la manteca, se empiezan a moler los ingredientes con un poco de caldo para facilitar su molienda. Al terminar, los vaciamos en la olla con la manteca caliente y agregamos una taza del caldo de la carne. La cantidad de caldo que se va agregando al mole, es dependiendo de que tan espeso lo vamos a querer. Se deja el mole a fuego bajo, meneando esporádicamente para evitar que se nos pegue. Cuando notemos que los aceites de las semillas ya se ven en la parte de arriba del mole, añadimos la carne y dejamos de 5 a 10 minutos en el fuego y apagamos.
Acompaña tu mole verde con arroz, frijoles y por supuesto unas tortillas de maíz calientitas.
¡Buen provecho!
Recuerda que si no cuentas con tomatillos y chiles para preparar tu mole verde o prefieres hacerlo con pasta, visita el Directorio de Productos Mexicanos Alimentarios en Europa para encontrar una tienda cerca de ti.
¿Cómo preparas tu mole verde? ¡Déjanos tu receta favorita para probarla!
Si quieres preparar tu molito en forma más sencilla, utilizando una pasta de frasco y agregando tu propio toque, haz clic en el botón para ver un video.